
Seguramente pocos o muy pocos conozcan que el pasado 15 de Febrero una embarcación con 32 personas naufragó frente a las costas de Lanzarote. Sólo 6 de ellos sobrevivieron. 25 personas murieron y hay otra desaparecida. De los muertos, 20 eran menores de edad y se encontraban varios niños de edades comprendidas entre los diez años de edad. Llegaron a 20 metros de las costas españolas, lo tuvieron tan cerca. Pero no pudo ser.
18 personas no han podido ser identificadas y una cifra solitaria es todo lo que han podido colocar en sus lápidas.
A los funerales no han asistido ni el presidente del gobierno ni el Ministro del Interior, tan solo las autoridades locales y ciudadanos anónimos que quisieron dar el último adiós a un final tan trágico a tantas vidas, llenas de esperanza por encontrar un futuro mejor.
En las Islas Canarias, tragedias como estas son por desgracia comunes y la población permanece impasible ante ellas. Preferimos zapear entre Gran Hermano y la Liga de Campeones.
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